Ya lo dijo el viejo Twain “Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Y cómo no va a tener razón el escritor de las famosas aventuras de Tom Sawyer. Viajar es un torbellino de emociones y aprendizajes que te abren los ojos a ese paraíso latente.
Existen muchísimas razones para emprender un viaje, también es conocido por todo el mundo que existen infinidades de lugares por conocer y muchas formas de hacerlo, aquí en este mismo blog ya hemos abordado alguno de esos temas, sin embargo, la pregunta prevalece ¿Por qué viajar? ¿Por qué dejar cambiar la comodidad de nuestras camas por la complejidad de la cultura universal?
¿Dónde está la felicidad?
La felicidad no se encuentra en todos esos bienes materiales que tanto nos quieren meter en la cabeza, el acto de ser feliz está en los recuerdos que vamos almacenando poco a poco mientras estamos montados en este tren gigante que llamamos vida.
Pensémoslo así, una semana tiene 7 días, 5 de esos nos la pasamos trabajando duro, estudiando fuerte y sentados, esperando con anhelo a que lleguen los dos días que más nos gustan, el fin de semana, llega el sábado salimos de fiesta, comemos comida basura, vemos a un montón de gente que también esperaba el mismo día y al final de la noche quedamos con una sensación de insatisfacción, cinco días esperando para estas 24 horas no es suficiente. Al día siguiente, el domingo, tenemos el fantasma del lunes acechando por lo que dejamos de hacer muchas cosas por no llegar cansado al otro día al trabajo. Solo hago una pregunta ¿Qué recuerdos vamos a almacenar si siempre estamos pensando en el siguiente paso?
Viajar hace feliz
La vida, al final de cuentas, no es lo que hemos vivido, sino la suma de lo que recordamos y cómo lo recordamos para contarlo. El secreto está en ponernos en la tarea de llenar nuestro cerebro de recuerdos que nos emocionen y la única forma de hacerlo es hacer cosas que nos emocionen, si comprarnos un computador, un videojuego, ropa, zapatos parece ser un buen premio por seguir viviendo, sin embargo, esto no tiene trascendencia. Parece ser que viajar es el único antídoto que existe para ser feliz, salir de la zona de confort para entrar a un mundo lleno de situaciones desconocidas, personas desconocidas, calles y paredes diferentísimas a la que habíamos visto antes, crean una sensación de plenitud.
No importa si sos un ermitaño, un solitario, si sos fea, bonita, alto o bajito, no importa si estás muy gordo o flaquísimo, si el dinero te lo dieron tus padres o trabajaste por él. Viajar siempre es la respuesta adecuada y la mejor manera de llenar tu vida de acción. Según Thomas Gilovich encargado de un estudio realizado por la universidad estatal de San Francisco.
“cuando afrontamos una situación como viajar, estamos envueltos en un ambiente que nos genera diferentes emociones, casi todas positivas, que parten de la curiosidad y el descubrimiento. Esas emociones están ligadas a experiencias y vivencias del viaje, por lo que relacionamos la emoción con el recuerdo. Cuando recuperamos ese recuerdo, recuperamos esa emoción”
Al viajar te conocés mejor a vos mismo.
Ser feliz debería ser suficiente para tenernos con la mochila en la espalda y las botas puestas, pero como aún me quedan razones para viajar y espacio por llenar pues sigamos con esto. Una de las preguntas más difíciles que podemos hacernos es “¿Quién o qué somos?” No somos lo que compramos, ni somos lo que estudiamos, no somos con quien nos juntamos, podría decirse que somos el conjunto de todo lo que hacemos, sin embargo, esto quedaría muy incompleto, no sé qué es lo que somos, a duras penas sé quién soy yo mismo y a donde voy.
Lo que sí sé es que la comodidad y los días soleados no nos ponen a prueba, la facilidad y tranquilidad nos engaña dándonos una falsa sensación de autoconocimiento, es en los momentos más difíciles, cuando nada de lo que tenemos nos sirve para seguir adelante y la necesidad es enorme cuando nos damos cuenta eso que somos en realidad, un León puede parecer domesticado hasta el día en que su “dueño” deja de darle comida.
Hay un panorama mundial por conocer.
Ver la noticias, leer el periódico está muy bien, no existe motivo para no hacerlo y si nos da una visión más amplia, pero para realmente conocer ese panorama es necesario salir y escuchar los acentos del pueblo que desvelan el universo en el que viven, caminar con pies descalzos sobre el suelo desyerbado en el que la gente trabaja día tras día y absorber por cada uno de nuestros poros el aire que respira el empresario, el empleado, el vendedor ambulante, el transexual y el reciclador de cualquier parte.
Es la información de primera mano lo que nos puede abrir los ojos y enseñarnos que no en todas partes se vive igual. No siempre debe ser algo trascendental, de hecho, muchas veces son las pequeñas cosas las que nos muestran el mundo, a veces lo que es para nosotros una verdura para otros puede ser una fruta.
Viajamos para compartir.
No estoy hablando de presumir, pues para presumir hace falta una connotación de soberbia. La actividad de viajar es una donde se involucran necesidades sociales y relacionales. Un viaje se resume en historias, aventuras, fotografías, recuerdos y aprendizajes, además de una u otra cosas indescriptibles, pues bien, al finalizar el viaje, utilizamos todos esos recursos y los mostramos al mundo, hablamos con nuestros amigos, nuestra familia, el anciano que acabamos de conocer sentado en el parque, la señora de la tienda, hablamos con todo el mundo y les contamos sobre nuestro viaje, lo que nos hace recordarlo y emocionarnos e indirectamente emociona a la contraparte. Nunca tendrá más poder de seducción mostrar la camisa que nos compramos que hablar sobre la vez que nos quedamos donde una familia haitiana.
Existen miles de razones para viajar y existen más razones aún para viajar constantemente, estas fueron algunas que me llevaron a mí a hacerlo y que han llevado a muchos más a vivir viajando, puedo asegurarle a cualquier persona que el dinero que he gastado en viajes ha sido el dinero mejor gastado en mi vida, debo aclarar que no estoy en contra del consumismo yo mismo me he dado uno que otro premio y no lo voy a negar, pero tampoco puedo ocultar que nunca me he arrepentido de tirar el dinero de mi sueldo en un viaje.
Contanos ¿Por qué viajás?
BagTrip Magazine 